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Mi opinión es que el info dumping de cualquier clase, no sólo el lore dumping NO hay que usarlo nunca. Cuando creas el escenario necesitas tener claro toda clase de cosas, pero es para tí, no para tus lectores.

Todo el detalle que generes sobre el trasfondo de tu mundo imaginario es para que el texto que generes esté lo más cercano posible al que generaría la cultura imaginaria en la que has decidido incluir tu historia. 

Tan sólo si tu universo es demasiado alejado del habitual sería razonable incluir algo en forma de prólogo o intro, y en esos casos creo que no queda bien a no ser que lo hagas en forma de fragmento de un libro de la cultura imaginaria... os pongo un ejemplo de una novelilla juvenil en la que he estado trabajando. En la novelilla los humanos viven en ciudades que vuelan sobre el océano que comercian entre ellas con 'naves voladoras'. La razón por la que las cosas vuelan es 'mágica' y no quiero explicarla durante la novela, así que incluí este primer relato al principio de la novela...

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Tork y Marm eran hermanos, pero no lo parecían. Uno era moreno, el otro era pálido. Uno era alto, el otro era más bajo que la mayoría. Uno era parco en palabras, el otro podía convencer a un pastor que necesitaba comprar lana. En general de aquello a lo que uno le sobraba al otro le escaseaba, y por ello juntos eran imparables. Cualquier cosa que se plantearan lo podían lograr, cualquier cosa menos salir de la ciudad.

Tork y Marm vivían en la ciudad de Mara’Yk, que fue la primera en muchas cosas incluso en desaparecer bajo las aguas, pero no pertenecían al Templo ni a ninguna Casa. Tork y Marm, en realidad, no tenían ni casta. De no ser como eran hubiesen sido desechados en su juventud, arrojados por el borde de la ciudad como alimentos de los peces. Y, sin embargo, en lugar de ser arrojados de la ciudad, estos dos carentes de casa y de casta vagaban por las calles de la antigua Mara’Yk haciendo su voluntad. Comían donde querían, dormían bajo el cielo estrellado donde les apetecía, y no había mujer de la ciudad que no los hubiese tenido a alguno de los dos como acompañante.

A Tork y a Marm todo les iba bien, sin casa ni casta tampoco tenían obligaciones ni un trabajo claro y tenían tiempo para pensar por ellos mismo. Y un día pensaron en cómo era posible que Mara’Yk surcase los cielos como lo hacía. Nadie pensaba en esas cosas en aquellos tiempos, a fin de cuentas, es lo que hacen las ciudades, ¿no? Sobrevuelan el mar sin un rumbo claro, cruzándose muy raramente unas con otras. Pero Tork y Marm no tenían ni casa ni casta que les diera trabajo y obligaciones, y al no pertenecer al Templo no tenían que pensar como los sacerdotes del Templo, así que pensaban como a ellos les venía en gana, y un día pensaron en cómo es que la ciudad flotaba sobre el aire cuando estaba hecha de roca y concha y la roca y la concha no se sostienen en el aire ni consiguen flotar sobre el mar. Y se les ocurrió que tal vez en alguna parte de la ciudad estuviese la respuesta al misterio.

Así que Tork y Marm recorrieron la ciudad por todas partes, casi siempre mirando. a ratos preguntando y no encontraron nada. Consiguieron cuerdas de algas, con facilidad, porque ellos lo conseguían todo, y se descolgaron desde el borde de la ciudad, pero allí no había más que rocas; porque Mara’Yk no tenía ni granjas de algas, ni criaderos de mejillones ni tan siquiera casa de pescadores; Mara’Yk era una ciudad alta. Pero Tork y Marm no se daban nunca por vencidos y se dijeron que si la respuesta al misterio no estaba sobre la ciudad ni debajo de ella tenía que estar dentro de la ciudad. En el núcleo de roca y se pusieron a cavar.

Tork cavaba de noche y Marm cavaba de día, pues era una tarea ardua y muy cansada; pero la respuesta tampoco parecía estar en la roca que extraían, que no parecía otra cosa que piedra oscura y anodina y cuando la tiraban por el borde de la ciudad caía por el aire y luego se sumergía en el agua. Y así fue hasta que una noche, en el túnel que cavaban, Tork vio una luz, una luz roja y palpitante que apareció frente a él. Allí había una roca, una roca diferente llena de luz. La golpeó con su pico y puedo ver como los fragmentos de la roca en lugar de caer al suelo del túnel se desperdigaban por el aire y acababan pegado al techo. Esta roca era la respuesta.

Tork trajo a su hermano y ambos se regocijaron pues nadie sabía de esta roca, y ambos sabían lo valiosa que podía ser. Tork recogió los pequeños fragmentos pegados al techo y los metió en una bolsa de dinero que ahora flotaba amarrada a su muñeca. Pero parecía poca cosa para Marm así que este arrancó un pedazo grande como una cabeza de la piedra roca y con ella agarrada podía andar a grandes saltos por el pasillo o volar por él.

Cuando Tork y Marm llegaron al final del túnel sus destinos se separaron, pues Tork se hizo muy rico con su descubrimiento, mientras que Marm comenzó a elevarse y elevarse en el aire agarrado a su enorme roca y nunca se volvió a saber de él.

 

De Tork y Marm que descubrieron la Piedra del Álito.

Cuentos de Mara’Yk, la Primera Ciudad.

Pocos mundos tan raros y diferentes como el Marte de Ray Bradbury. Y sin embargo las primeras páginas de sus Crónicas Marcianas nos cuentan una historia que se nos hace tan familiar, y de una manera tan poética, que consigue meternos en su universo en un momento con la propia historia .