De verdad di un brinco cuando escuché el "aaaaay mis...".
No me esperaba el susto, es más que bien recibido. Me recordó la sensación de contar historias de terror en la oscuridad con mis primos cuando éramos niños. Nostálgico, adorable, divertido y más difícil de lo que uno pensaría (me tomó como 10 intentos pasar la sala jaja)